Sueños ausentes
A hurtadillas miraba como conversaban dos amigos, era acerca de un tema profundo, o al menos eso parecía por el semblante de sus rostros, la sombra de la seriedad cubría sus razgos de manera sorprendente; a pesar de que hacía todos los esfuerzos posibles por oír lo que se decían el uno al otro le era imposible. Era la primera vez que podía hacerse invisible. Cuando comenzó a caminar hasta donde se encontraba ahora no había logrado asimilar la situación, sólo sabía que había sido guiado por un impulso de tal magnitud que a lo largo de la trayectoria no pudo siquiera oponer resistencia. De hecho tan poca era su familiaridad con su propio estado que no percibía que procuraba esconderse inútilmente tras un ventanal aún cuando tenía muy claro que nadie podría notar su presencia. Por un segundo pasó por su mente la posible conexión entre su invisibilidad y la falta de audición, pero no otorgó mayor atención a aquello, prefirió dar paso la gran cantidad de ideas que de la nada aparecieron en su mente, era como si pudiese ver un collage de situaciones en las que podía verse inmerso sacando provecho de su estado. Sin embargo y a pesar suyo un instante más tarde se encontraba sentado en la mesa, comiendo. Era domingo, la última cucharada que había llevado a su boca había acabado con el postre que tan cautivante le había parecido al presentársele en frente cinco minutos atrás. Se excusó y salió del lugar apresurada y torpemente, no tenía certeza de lo sucedido, ¿había sido su imaginación?, quizás era obra del postre, ¿o...era que en realidad había vivido tal experiencia?.. y de ser así, ¿por qué había desaparecido tan magnífico efecto?. Eran demasiadas las interrogantes y a pesar de que buscaba con ahínco no lograba vislumbrar respuestas concretas y mucho menos encontraba pruebas que pudiesen servir de apoyo a alguna posible hipótesis que apresuradamente formulaba.
Transcurrieron fugaces minutos que para los demás fueron horas, la comida había sido preparada para festejarlo, su ausencia prolongada enigmatizaba el ambiente, no obstante él no era capaz de notarlo, su ensimismamiento era casi tan fuerte como lo sucedido tras sus últimos instantes ingiriendo el postre. Cuando notó que en realidad no habían sido instantes los que se había ausentado volvió junto a los demás y por mucho que trató de hacer como si nada sucediera la situación era insostenible, por lo tanto decidió marcharse, creía que alejándose del lugar de los hechos, en compañía de una buena pipa y sentado frente al mar podría encontrar lo que buscaba. Cuan iluso fue, lamentablemente tras cerrar la puerta del lugar en el que se encontraba para emprender rumbo, lo que era una puerta cambió de forma, ahora era un árbol, lo que era la calle pasó a ser un río, de un momento a otro se encontraba en un paraje aparentemente desconocido,aún así, fue mayor su sorpresa al asimilar que estaba en el punto del universo donde reconocía había logrado ser más feliz y más triste a la vez, donde había conocido la libertad y había experimentado la condena perpetua a un acto que por un mal entendido había acabado con la vida del ser que más había querido y querría o largo de toda su vida.
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